menos que viváis debajo de una piedra, seguro que os habéis enterado del caso de Cassandra Vera, la chica que ha sido condenada por unos chistes en Twitter sobre Carrero Blanco. El hashtag #Cassandra ha sido Trending Topic durante estos días y en él se ha hablado, sobre todo, de lo justa o injusta que es la condena. Pero yo no voy a hablar ni opinar sobre ello.
Voy a hablaros de un pequeño porcentaje de mensajes que he podido leer durante todo este tiempo. Son una serie de tuits en los que se le desea la muerte, se le insulta por su aspecto físico o, los que a mi parecer son los peores, se le insulta por ser transgénero (quien no sepa lo que significa puede leer nuestra entrada sobre ello).
Todas estas personas están cayendo en el mismo error en el que puede que cayera la propia Cassandra al publicar sus tuits: pensar que lo que se escribe en Internet no tiene poder ni importancia. Pero es que muchas de ellas no pueden evitarlo al pensar que tienen algo de su parte: el anonimato. La mayoría de las cuentas que he visto que publican ese tipo de mensajes son cuentas con nombres falsos, en los que supongo que se escudan para poder atacar a cualquiera por las redes sociales. Y esto es lo realmente peligroso.
Ese anonimato da una falsa sensación de poder que hace que perdamos nuestra capacidad de empatizar con los demás, al igual que ocurre con los ciberacosadores típicos. Estar detrás de una pantalla y no ver (ni que te vean) la cara da una tremenda satisfacción y sensación de poder, a la vez que dificulta la posibilidad de que te puedas poner en el lugar del otro.
Y aquí está lo realmente paradójico de la situación que se ha dado: estas personas no piensan que Cassandra fue investigada por hacer algo similar a lo que ellos están haciendo en este momento. Me hace darme cuenta de lo realmente poderosa que es la sensación de anonimato para no dejar ver la sombra del peligro que se cierne sobre quien actúa de esta manera. Tan fuerte es que llega al punto de que la conducta de las personas dentro de las redes sociales cambia por completo con respecto a la de fuera de las pantallas e Internet. ¿De verdad no son conscientes de que las reglas del juego no son las que ellos piensan que dominan?
Mi consejo: pensad muy bien lo que publicáis en las redes sociales sobre cualquier tema. Porque ya lo dijo George Orwell en 1984: “El Gran Hermano te observa”.