Sin duda la psicología ha proliferado en el último siglo, encontrándose hoy en día en todas partes. Con su crecimiento, también las falsas creencias y mitos se han creado, extendido y arraigado. No nos sorprendemos cuando conocemos a alguien y, al saber que somos psicólogos, nos confiesa: «entre tú y yo, pero yo no creo en esas cosas». Dependerá de cada uno entrar al trapo o no; yo siempre entraba.

Batman estudió psicología. A Batman no le gusta escuchar tonterías.
Sabemos entonces que hoy en día aún hay muchos mitos relacionados con la psicología y que están bastante extendidos. Algunos de estos mitos son tan burdos y simples que con sencillos datos pueden desmontarse, por ejemplo que sólo usamos el 10% del cerebro. Otros, por el contrario, son difusos, generales, y atacan más al corazón de la psicología, esgrimiendo que la psicología no funciona o no es una ciencia. ¿Pero cuáles son estos mitos en particular? ¿Cómo surgen? ¿Tienen fundamentos, estamos los psicólogos equivocados y cegados al defender a la psicología?
Manos a la obra: el trabajo de Lilienfeld sobre los mitos
“Meta” proviene del griego, antiguamente era una preposición, y significa “más allá”. Un concepto extendido es el de metacognición, cuyo significado es “el conocimiento sobre el conocimiento”; en otras palabras, qué sé de cómo aprendo, cómo olvido, cuáles son mis estrategias de aprendizaje, etc. De una manera parecida, Lilienfeld quería estudiar a la psicología desde fuera, más allá. ¿Cuál es la opinión de la gente? ¿Qué mitos son los más extendidos? Y lo que es más interesante, ¿cómo podemos combatirlos?
En su artículo de 2012, Public Skepticism of Psychology: Why Many People Perceive the Study of Human Behavior as Unscientific (traducción libre: “El escepticismo público/común en psicología: por qué tanta gente ve el estudio de la conducta humana como no científico”), encuentra seis críticas notablemente infundadas que aparecen frecuentemente.
1 – La psicología es sentido común. Nos cuenta el caso extremo en el que en un juicio se desestimó el testimonio de un experto sobre la maleabilidad y baja fiabilidad de la memoria, argumentándose que los propios miembros del jurado podían confiar en su propio sentido común para averiguar cómo funcionaba la memoria. Algunos datos que confirman que el sentido común no va por el buen camino es que el 72% de la gente también cree que la publicidad subliminal es efectiva o un 40% que escuchar a Mozart mejora la inteligencia (será por eso de que todo se pega).
2 – La psicología no emplea el método científico. Aunque el hecho de emplearlo no te convierta en ciencia, no puede decirse que la psicología no lo emplee. Aleatorización de grupos, contrabalanceo, doble ciego como en medicina, grupos placebo, técnicas estadísticas para el análisis y estudio de datos, diseños de todo tipo (intra, inter, longitudinales, transversales…). Algunas subdisciplinas relacionadas como la psicobiología o psicofísica, no tienen nada que envidiar a la física o química en cuestiones metodológicas.
3 – No se puede generalizar, cada persona es un mundo. ¡Incluso los gemelos! Y sin embargo, las terapias han demostrado repetidamente que funcionan. ¿Cómo puede ser eso? Simple, la mayoría de variables de una persona (color de pelo, gustos musicales, etc) no interactúan con las variables manipuladas en un tratamiento psicológico. Lilienfeld resume esto muy bien; citamos (y traducimos): “…aunque todos los individuos con melanoma son seguramente únicos, el 90% o más de los casos de esta forma de cáncer de piel son curables con cirugía temprana”. O en otras palabras, podemos generalizar resultados y tratamientos, aunque en ocasiones luego puedan personalizarse (y, a veces, hasta deba personalizarse).
4 – No se obtienen resultados replicables. Lilienfeld, citando un estudio de Larry Hedges del 87, asegura que la consistencia de resultados comparando una disciplina ejemplar como la física de partículas con efectos psicológicos, como las expectativas del profesor o los test de inteligencia, no muestran diferencias entre sí. Lo que sí se puede achacar a la psicología es la fragilidad de sus predicciones.
5 – ¡La fragilidad de sus predicciones! La gente critica los amplios márgenes probabilísticos en los que se mueven las predicciones en psicología. Esto viene dado por el objeto de estudio, la conducta humana, que es dependiente del contexto; una ruptura matrimonial tendrá efectos diferentes en una persona educada en un ambiente favorable (aceptación y cariño), o en un francés en lugar de en un español. Sin embargo, otras disciplinas incuestionables como la meteorología y la física juegan también con amplios abanicos de probabilidades. ¿Dejan de ser ciencia por eso?
6 – La psicología no es útil. Como mejor se derrumban los mitos es mostrando hechos que los contradigan. (i) Las técnicas psicológicas han mostrado su utilidad en, por ejemplo, control conductual tanto en personas con autismo, como niños y animales; (ii) se ha generalizado el uso de pruebas de inteligencia y aptitudes para la población escolar y recursos humanos; (iii) el sistema de reconocimiento de testigos en los departamentos de policía ha pasado de la exposición en paralelo (todos a la vez, en frente y tras un cristal, como en las películas), a una exposición serial; (iv) es ampliamente conocido hoy en día cuán maleable y frágil es la memoria; (v) los estudios sociales han supuesto un cambio de paradigma en otras disciplinas como la economía, donde se ha pasado del estudio racional del consumidor, a uno lleno de sesgos (esto le valió el Nobel de economía a Kanheman); y finalmente, (vi) las investigaciones sobre percepción han ayudado a mejorar la seguridad vial.
Cómo ayuda la psicología a mantener vivos estos mitos
A veces por nuestra acción, a veces por nuestra inacción, y otras por inercia social. A continuación, os contamos por qué los mitos de arriba probablemente han surgido, se mantienen y van a mantenerse si no hacemos nada por cambiarlo.
1 – La psicología no se controla a sí misma. Dicen que en toda mentira hay algo de verdad. La psicología es acusada de no ser ciencia, así que puede que exista algo de verdad, y que la culpa no sea más que de nosotros. La psicología clínica y educativa son las que presentan más problemas para defender su praxis. Hay un respeto base por las prácticas del compañero de al lado, aunque sepamos que carecen de fundamento y, en otra situación, lo llamaríamos estafador. Practicantes que no ofrecen los tratamientos más eficaces por ir contra sus creencias o escuela, promesas absurdas como recuperar recuerdos de vidas pasadas, remedios que no han probado su eficacia como la acupuntura, remedios herbales junto a los psicológicos, terapias con nombres rimbombantes que tienen mejor marketing que calidad científica, y un largo etcétera. En otras disciplinas esto provocaría el sonrojo de los practicantes, en psicología (y alguna más del ámbito sanitario) es el día a día. El “a mi paciente le vale” nunca debería ser una opción.
2 – La cara pública de la psicología. Las personas populares dentro de la psicología no suelen ser eminentes científicos o investigadores, sino charlatanes que, frecuentemente, no son ni psicólogos. Ocurre en populares programas de televisión, incluido en España, donde muchas veces se pide el consejo de un psicólogo o experto (haciéndolo ver como psicólogo) que no se ha actualizado con el paso de los años, con el objetivo de mantener el circo vivo, no de hacer llegar la psicología, la real, a la audiencia.
3 – Confusión entre psicólogos y otras profesiones. La confusión más conocida es la que se da entre un psicólogo y un psiquiatra; sin embargo, tanto películas como series, durante años, han avivado esta situación. La mayoría de gente no sabe distinguir los roles entre un psicólogo, un psiquiatra, un trabajador social y otros profesionales. Esto repercute en que el psicólogo sea visto como alguien centrado en lo fuera de lo normal, pensando que todos estamos especializados en clínica y, de similar forma que un psiquiatra, tratamos solo con lo no común. Esta idea se conoce por el nombre de sesgo clínico, pensar que los todos psicólogos son clínicos.
La ciencia es más una forma de pensar que un conjunto de conocimientos – Carl Sagan (traducción libre).
4 – Sesgo retrospectivo. El sesgo culpable de que pensemos que la psicología es sentido común. La mayoría de gente afirma haber sido capaz de predecir por ellos mismos el hallazgo de que “por general, las mujeres muestran más estrés cuando están solteras que los hombres”, o que “la gente que va a misa raramente tiende a tener más niños que los que van a misa regularmente”. La gracia de todo esto está en que la mayoría de la gente también afirma haber sido capaz de predecir justo lo contrario.
Lo anterior fue parte de un estudio de Baratz (1983) en el que se expusieron diferentes hallazgos (ficticios), los cuales la mayoría de personas categorizaron como de sentido común (“I would have predicted”, lo habría predicho). Cuando se cruzaron los datos y se vio que vieron plausibles conclusiones opuestas, se demostró lo obvio: la psicología no es sentido común.
5 – La ilusión de entender. La psicología está al alcance de todos, uno puede observarse a sí mismo en cualquier momento e intentar estudiarse. Esta idea se encuentra patente desde la infancia, encontrándose que incluso niños de preescolar admiten encontrar más difíciles preguntas relacionadas con la física (“¿por qué la luz va más rápido que el sonido?”) que con la psicología (“¿por qué los niños pueden aprender lenguajes más fácilmente que los adultos?”). Esta idea de inmediatez, cercanía y universalidad, da la falsa sensación de que cualquiera puede entender la psicología desde el sofá de casa y, una vez más, sea cuestión de sentido común.
6 – Demasiado reduccionismo. El reduccionismo, como movimiento filosófico, busca la explicación de algo en base a sus partes; por poner un ejemplo, buscaría explicar el movimiento de un coche mediante la interacción del motor, volante, ruedas y demás piezas. Sin embargo, existe lo que se llama reduccionismo eliminativo, el cual no solo busca explicar el todo en base a sus partes, sino eliminar, a la vez, cualquier explicación a nivel del coche (por ejemplo, hay una carretera que gira hacia la derecha y la persona gira el coche en esa dirección). En psicología, esto se caracteriza por ver todo lo que no tiene base neurocientífica como menos científico, llegando en algunos casos a desplazar ideas puramente psicológicas. Hoy en día es altamente aceptada la idea de que la depresión es un desnivel en niveles de determinados neurotransmisores, llevándose algunos profesionales las manos a la cabeza cuando se proponen alternativas únicamente psicológicas (por ejemplo, algún suceso traumático). Si de algo podemos estar seguros es de que la realidad es suficientemente compleja como para ser estudiada a diversos niveles.
7 – La excusa de la impotencia científica. Más de una vez he escuchado a alguien criticar hallazgos en ciencia y desecharlos por ser una pérdida de dinero o, lo que es más interesante, ir en contra de sus creencias, lo cual pasa también en psicología. Prueba a buscar algún hallazgo polémico y comentárselo a tu círculo cercano, seguro que encontrarás reacciones como “tonterías”, “eso es imposible saberlo con seguridad”, “pueden decir lo que quieran, yo sé que no es así”.
Esta idea de inmediatez, cercanía y universalidad, da la falsa sensación de que cualquiera puede entender la psicología desde el sofá de casa
Debería concienciarse al público general de que cuando se toman medidas de calado (asuntos sanitarios) o se juega con el dinero de todos, son los datos los que deben llevar la voz cantante. Opiniones hay tantas como culos, realidades no.
8 – Problemas para distinguir psicología básica y aplicada. ¿Líneas amarillas o blancas sobre fondo negro? ¿Qué se percibe mejor? Estudios que parecen irrelevantes y acaban afectando a algo tan importante como la seguridad vial. Normalmente por problemas nuestros de comunicación, unido a otras ideas preconcebidas, mucha gente al oír hablar sobre estudios relacionados con psicología básica, piensan que estos estudios pueden ser frívolos, “de locos” o un malgasto de dinero. Normalmente los estudios en ciencia básica no se centran en un tema de interés, sino que buscan analizar variables, relaciones entre ellas y encontrar las causas fundamentales de los fenómenos, más que estudiarlos a ellos. Esto da pie a que mucha gente piense que se pierden recursos y energías en estudiar “cosas fuera de lugar” o, en una forma más burda pero escuchada por todos, “los científicos no tienen corazón”.

¿Cuál distinguirías mejor en la noche, las líneas amarillas o blancas de la carretera?
Qué podemos hacer contra los mitos
Esto, quizás, sí que sea de sentido común. Explicar los conceptos psicológicos más claramente al público teniendo en cuenta, mientras nos explicamos, las ideas preconcebidas que hemos comentado. También hemos de buscar activamente la expansión del conocimiento sobre psicología. A nivel institucional y personal, ser más claros sobre qué se defiende y, también importante, contra qué se está, no cayendo en la ambigüedad o falso respeto, dando tregua a charlatanes y desprestigiándonos a nosotros mismos. Y es que, como dicen, el mal no triunfa por las malas personas, sino por la impasibilidad de las buenas. Por eso escribo en Psicomemorias.
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