Manuel Campuzano es psicólogo especialista en Psicología Clínica y ha trabajado desde hace más de 25 años en el campo de las drogodependencias y de las adicciones comportamentales (adicciones sin sustancia, es decir, sin drogas). Debido a la relación tan directa entre la administración de heroinomanía por medio de inyección y el Síndrome de la Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), tuvo que especializarse en el asesoramiento y apoyo psicológico a personas con esta enfermedad. Ha sido director de Servicios Sociales de la Asamblea Local de Cruz Roja en Jerez de la Frontera, así como coordinador de su Centro de Atención a las Drogodependencias (CAD). Forma parte del Centro de Tratamiento Ambulatorio de Adicciones (CTA) dependiente de la Diputación Provincial de Cádiz, donde fue director. En la actualidad, también ejerce la actividad privada atendiendo trastornos de Salud Mental en adolescentes, adultos y familia.
Manuel, ¿cómo comenzó tu interés por la intervención en adicciones? ¿Siempre quisiste dedicarte a este campo?
Siempre tuve interés por las drogodependencias, ya que crecí en una época, los años 60-70 donde el fenómeno de las drogas irrumpió con mucha fuerza. Existía un alto consumo de derivados del cannabis y, sobre todo, en la provincia de Cádiz, debido a su cercanía con Marruecos, que es uno de los principales cultivadores y exportadores de esta sustancia. Al mismo tiempo, se iba gestando y creciendo rápidamente la pandemia de la heroína que afectó dramáticamente a muchos jóvenes en aquellos años, sobre todo los 80-90. También había movimientos culturales, musicales y sociales que en cierto modo promovían el consumo de sustancias y sus líderes se dejaban ver bajo los efectos de determinadas drogas. Esto tuvo un efecto proselitista y atractivo para muchos adolescentes que iniciaron el consumo de múltiples drogas. Otra de ellas fue la dietilamida del acido lisérgico (LSD), también unido en aquellos años a experiencias religiosas y psicodélicas que con el tiempo fueron abandonándose por la extremada peligrosidad de esta sustancia. En este contexto cultural y social finalicé mis estudios de Psicología en el año 1986 en Sevilla y empecé a realizar una labor voluntaria en Cruz Roja de Jerez de la Frontera donde vivía. Poco a poco fuimos realizando programas sociales que con el tiempo fueron subvencionados por Cruz Roja, por el Ministerio de Asuntos Sociales, o por la Junta de Andalucía. De esta manera, y con paciencia, empecé a trabajar de manera profesionalizada en varios programas. Uno de ellos, por ejemplo, fue el Centro de Atención a las Drogodependencias de Cruz Roja (CAD). Anteriormente, ya había atendido de manera voluntaria a drogodependientes en el Teléfono de la Esperanza y en la misma Asamblea de Cruz Roja. Fue así, muy en resumen, como empecé a dedicarme y a gustarme este complejo y difícil campo de actuación clínica.
¿Cómo es el trabajo de un psicólogo en el tratamiento de adicciones?
Sería necesario un día entero para explicarte este extenso y complejo campo de intervención. Desde mi punto de vista, y por eso he trabajado y colaborado con diversas asociaciones, debería de existir una especialidad reglada y oficial de psicólogo en adicciones, así como de otras profesiones como medicina y trabajo social. Dentro de las áreas de intervención del psicólogo en drogodependencias habría dos fundamentales: la prevención del consumo y el tratamiento de las enfermedades adictivas. Ya que me preguntas por el tratamiento, me centraré en este último. El psicólogo es una figura fundamental en el tratamiento de las drogodependencias y de las adicciones comportamentales. En la mayoría de los equipos interdisciplinares de atención la figura más numerosa suele ser la del psicólogo, debido a la importancia de sus actuaciones. Nuestra labor está presente de manera central en todas las fases del circuito terapéutico, desde la acogida o entrevista inicial de admisión al tratamiento, hasta las últimas fases del proceso o, si el caso lo requiere, en la inserción o reinserción de los usuarios con déficits sociales.
El psicólogo tiene muchas y variadas funciones en adicciones. Una sería la labor de acogida y de establecimiento de una buena relación terapéutica con el paciente y su familia, y de “enganche” con el sistema terapeútico. Otra función central es la valoración psicológica y psicodiagnóstica a nivel individual y familiar. Es muy importante realizar un diagnóstico correcto de la adicción o adicciones del paciente y de la personalidad de éste, así como de los apoyos socio-familiares con los que cuenta para establecer una indicación terapéutica del caso. También es fundamental nuestro trabajo motivacional debido a que las enfermedades adictivas presentan en general, características amotivacionales, que muchas veces generan abandonos y fracasos terapéuticos. Otra función fundamental es el tratamiento psicológico o psicoterapéutico, según los objetivos terapéuticos establecidos en cada caso. Las intervenciones psicoterapéuticas más frecuentes se realizan a nivel individual, grupal o familiar.
Según tu experiencia personal, ¿qué cosas crees que debe debe saber un psicólogo en este área?
Completando la pregunta anterior y en mi opinión, el psicólogo en adicciones dentro de las tareas asistenciales debe conocer básicamente los aspectos clínicos de las distintas drogas legales e ilegales y también de la interacción entre ellas, ya que la mayoría de nuestros pacientes presentan policonsumos de sustancias y, en un porcentaje importante, muestran patologías duales. Es decir, tienen al mismo tiempo trastornos psicológicos acompañantes, ya sean primarios o producto del consumo de sustancias. Es por ello que el psicólogo también debe saber hacer diagnósticos de las drogodependencias, de la personalidad y de los trastornos psicológicos. La evaluación psicológica es una función fundamental del psicólogo en adicciones, como he comentado antes, y hay que manejarla correctamente. También hay que estar formados en realizar tratamientos psicológicos adecuados y basados en la evidencia científica. Los más usados suelen ser los tratamientos cognitivos-conductuales, los programas de prevención de recaídas, el enfoque motivacional, el sistémico para la intervención familiar, la psicoterapia dinámica breve, etc.
Las personas nos vemos influenciadas por los estereotipos sociales, ¿dirías que la imagen que tenemos de las adicciones pueden suponer una barrera para el psicólogo que se dedique a este campo?
Creo que todavía se da, pero ya en mucha menor medida. Pienso que el campo de las drogodependencias y adicciones actualmente es un área de trabajo totalmente normalizado y con futuro para los psicólogos que empiezan. Cuando yo inicié mi actividad laboral, muy pocos profesionales de la sanidad querían trabajar en este campo, de hecho en los 80-90 había muy pocos profesionales sanitarios comprometidos con este colectivo. También recuerdo haber participado anteriormente en muchas selecciones de personal, sobre todo de médicos y psicólogos, para centros de drogodependencias y algunas plazas se quedaban desiertas porque se presentaban pocos profesionales y con escasa experiencia y preparación técnica. Esto lógicamente ya ha cambiado, aunque aún te encuentras ciertos prejuicios en algunas profesionales para trabajar en este campo. Por aquellos años, como he comentado antes, muchos profesionales de la salud y de los Servicios Sociales no querían saber nada de estos pacientes sobre todo cuando se unía la triada heroinomanía, delincuencia y SIDA. Es cierto que antes había numerosos casos, así como eran y son pacientes muchas veces muy problemáticos, exigentes, manipuladores y siempre con demandas urgentes y dramatizadas, pero es importante conocerlos, establecer con ellos relaciones terapéuticas y trabajar de manera protocolizada. Creo que los Programas de Tratamiento con Metadona (PTM), de los que siempre fui un gran defensor, al menos en Andalucía marcaron un antes y un después en la implicación de los profesionales sanitarios en el abordaje de la salud de estos pacientes. Con ellos aumentó el índice de retención de estos pacientes en los programas de salud, de desintoxicación y de deshabituación a los opiáceos, disminuyó en gran medida la reincidencia y la actividad delictiva, y por todo ello se abordaba con más facilidad la salud integral de estos pacientes.
Manuel, has comentado que pueden ser personas complicadas y es que a veces imaginamos a una persona que consume como capaz de todo por obtener su droga, distanciada de la sociedad y peligrosa ¿Crees que es una imagen distorsionada en la sociedad sobre las personas que consumen?
Creo que es una imagen totalmente distorsionada de la realidad global de las drogodependencias y de las adicciones. Las adicciones, en primer lugar, es un campo muy amplio, vasto y complejo. Si, por ejemplo, hablamos de drogas legales pues ¡imagínate!, ¿cuántos adictos a nicotina hay en nuestro país, y de alcohol, y de medicamentos opiáceos o benzodiacepinas prescritos por el sistema sanitario? También podemos hablar de los jugadores patológicos. En todas las adicciones citadas, en su gran mayoría, son personas que las vemos fumar, beber y jugar, excesivamente, a las tragaperras o a las loterías de diverso tipo. Las vemos junto a nosotros, son nuestros familiares, amigos y conocidos, la inmensa mayoría continúan con sus trabajos, con sus quehaceres familiares y sociales, están perfectamente socializados y normalizados.
¿Cuántos adictos a nicotina hay en nuestro país, y de alcohol, y de medicamentos opiáceos o benzodiacepinas prescritos por el sistema sanitario?
Podemos seguir hablando de drogas ilegales, ¿cuántos estudiantes de secundaria y universitarios mantienen un consumo diario de cannabis y van poco a poco superando las distintas etapas académicas y realizando sus estudios?, ¿cuántos ejecutivos, empresarios y personas de cierto nivel adquisitivo consumen cocaína todos los fines de semana por vía esnifada con el grupo de amigos? Igual ocurre incluso con el consumo de opiáceos durante años hasta que empiezan a llegar las consecuencias y la dependencia. Obviamente, yo siempre digo, las adicciones son más o menos lentas pero muy seguras, más tarde o más temprano se instaura la enfermedad crónica y empiezan los problemas de toda índole. Y sólo hay tres caminos: (1) ponerse en tratamiento y mantener un estilo de vida saludable; y si se continúa consumiendo, (2) vendrán los problemas sociales y de salud cada vez más graves, que pueden llevar hasta el fallecimiento de la persona; (3) ingresar en el sistema penitenciario por los problemas judiciales que trae el consumo abusivo de sustancias, el tráfico ilegal y el juego patológico.
Lógicamente hay un porcentaje de adictos graves sobre todo a drogas ilegales, pero también a las legales, que unido a trastornos mentales graves (patologías duales), a la falta de apoyo familiar y a una importante exclusión social, se van distanciando y marginando de la sociedad. Es difícil su rehabilitación y reinserción, muchas veces por la falta de recursos sociales y de internamiento adaptados a las especiales características de estos pacientes.
En tus 25 años de trabajo, ¿dirías que ha cambiado el tipo de adicción con el paso de los años o siguen siendo principalmente a las mismas sustancias tradicionales?
Las demandas de tratamiento en los centros de atención suelen ser el reflejo del nivel de consumo de drogas que hay en la sociedad y también de la severidad y gravedad de estos consumos. Los perfiles de los usuarios adictos han ido cambiando bastante en los últimos 25 años. Cuando empecé, y hasta finales de los 90, la droga problema por la que demandaban más usuarios era, en más del 90%, la heroína y otros opiáceos por vía parenteral, es decir, inyectada. Estas sustancias son muy peligrosas, producen una gran dependencia física y psicológica, y desencadenaron un grave problema de salud pública, social y de seguridad ciudadana. Más adelante, paulatinamente, y hasta nuestros días, la cocaína y los estimulantes (Speed, Anfetaminas, MDA, MDMA, etc…) se han ido afianzando con mucha fuerza junto a los derivados cannábicos y el alcohol. En la zona de Jerez y en la provincia de Cádiz, la mayoría de las demandas de tratamiento son, en la actualidad, por alcohol, en primer lugar, y después por cocaína-alcohol, por derivados cannábicos y por opiáceos (heroína) que van teniendo un cierto repunte en estos años, casi siempre “rebujada”, es decir, mezclada con cocaína. La cannabis sativa es una droga que también ha disparado su consumo y las demandas de tratamiento. Es una sustancia que en nuestra sociedad increíblemente sigue teniendo una buena fama y publicidad, pero que a nivel clínico produce una importante dependencia psicosocial y, en un porcentaje significativo, trastornos mentales graves como los trastornos psicóticos. Estos trastornos ya fueron introducidos hace muchos años por Javier Aizpiri como las Psicosis Cannábicas.
Otras adicciones que se siguen observando y que continúan aumentando son las provocadas por medicamentos diversos (fundamentalmente las benzodiacepinas) que muchas veces se utilizan mezcladas con alcohol. Esto es debido al exceso de medicación ansiolítica y antidepresiva que en los últimos años se está prescribiendo sin, muchas veces, seguimiento ni control produciendo adicciones iatrogénicas en muchos casos de gran severidad y descontrol. Por último, comentar que también van aumentando lentamente las demandas por ciberdependencias (móviles, videojuegos, contactos, apuestas, etc.) y las ludopatías. Pienso que seguirán creciendo estas demandas y serán las adicciones más numerosas en un futuro próximo, ya que hay muchos millones de personas conectadas a Internet en sus diversas funciones y cada vez durante más horas del día.
En los últimos años han surgido algunas películas y más material acercándose a los inicios del SIDA, como es la película Dallas Buyers Club. ¿Es esta realidad extrapolable a España o aquí el curso de la enfermedad y su actuación ante ella ha sido distinta?
Hay un exceso de medicación ansiolítica y antidepresiva que en los últimos años se está prescribiendo sin, muchas veces, seguimiento ni control
Sobre los inicios del SIDA en los años 80, comentar que en un principio se pensó que era una enfermedad propia de los homosexuales, hasta que empezaron a surgir nuevos grupos de riesgo como los hemofílicos y los ADVP (Adictos a Drogas por Vía Parenteral). Pienso que la realidad que muestra la excelente película Dallas Buyers Club es perfectamente extrapolable, unos años más tarde, a España, no tanto en cuanto a la búsqueda desesperada de nuevos medicamentos fuera de nuestro país, sino como al desconocimiento, la incertidumbre, la desesperación y la puesta en marcha de una organización sanitaria que afrontara con seguridad esta compleja y difícil pandemia. En este sentido, la actuación en España ante la enfermedad no difiere mucho a la de Estados Unidos.
En relación a lo que a mí me tocó más, fue el esfuerzo por mejorar los tratamientos de desintoxicación y deshabituación, y de reducción de riesgos para los ADVP (programas de tratamiento con Metadona), los PIJ (programas de intercambio de jeringuillas) y de dispensación de preservativos, que lógicamente mejoraban las condiciones de vida de estos pacientes drogodependientes y, lo más importante, aumentaba la retención y la adherencia a los tratamientos de drogodependencias y a los tratamientos y seguimientos del VIH/SIDA. No se puede olvidar que en España hasta finales de los años 90, en torno al 60% de los casos totales de SIDA notificados eran por compartir jeringuillas. Un paciente ADVP activo, consumiendo heroína ni se planteaba, no ya tratarse, sino ni tan siquiera hacerse la prueba diagnóstica. Por ello, el primer paso y fundamental era la retención en nuestros programas de tratamiento y seguimiento para su posterior derivación a los recursos hospitalarios para el seguimiento y tratamiento del VIH/SIDA.
Yo no he visto en mis pacientes una búsqueda de nuevos medicamentos antirretrovirales en otros países, aunque sí viví los tratamientos iniciales con AZT (Zidovudina) como monoterapia, que poco a poco fue abandonándose con pobres resultados. Más tarde este medicamento se fue incorporando a otras combinaciones de medicamentos que fueron proporcionando mayor efectividad y mejores resultados clínicos en la disminución de la carga viral, en el aumento de las defensas CD4 y en la mayor supervivencia y calidad de vida de los pacientes. De ahí, hasta llegar a nuestros días donde el VIH/SIDA se va controlando y se ha convertido en una enfermedad crónica con un pronóstico bastante favorable. Desgraciadamente, como decía uno de los actores premiados con el oscar de Dallas Buyer Club, se habían quedado en este largo y difícil camino muchas personas, habían fallecido más de 36 millones, dedicándole el premio a todos ellos y ellas. Todavía cada año se siguen diagnosticando nuevos casos, por lo que no se puede bajar la guardia, ni se pueden olvidar todas las medidas de prevención y protección necesarias, así como todo lo que se ha trabajado, que ha sido mucho, para prevenir y evitar el contagio del VIH/SIDA.
Tal y como hemos estado hablando, el origen del SIDA data en los 80, considerando erróneamente a los homosexuales como el principal grupo de riesgo. ¿Cómo ha cambiado con el paso de los años el perfil de las personas que tienen SIDA y su tratamiento?
Como te comenté anteriormente, es cierto que los primeros casos de fallecimientos por SIDA datan de los primeros años 80, concretamente fue en EEUU en junio de 1981, mientras que en España fue en Barcelona en octubre del mismo año. Ambos pertenecían al grupo de riesgo inicial, que fue el colectivo de homosexuales hombres. Incluso al principio, a esta enfermedad se le llegó a llamar el “síndrome de los homosexuales”, hasta que empezaron a conocerse nuevos casos relacionados con otros grupos de riesgo, como hemofílicos y ADVP. Estos últimos en España fueron aumentando exponencialmente hasta ocupar el grupo de riesgo mayoritario en la década de los 90 y principios del siglo XXI. En la actualidad, el perfil de casos diagnosticados de SIDA ha ido cambiando mucho y ahora el primer grupo de riesgo vuelve a ser las relaciones no protegidas entre hombres, frecuentemente entre jóvenes homosexuales, con un porcentaje de casos nuevos en torno al 50%. El grupo de adictos a las drogas por intercambiar jeringuillas usadas se ha ido reduciendo en gran medida en los últimos años, debido en parte por las campañas informativas y preventivas realizadas y por los programas de reducción de riesgo para drogodependientes.
Yo siempre he pensado y he comentado muchas veces que gracias al cambio de vía de administración de la heroína, de la vía intravenosa a fumada-inhalada, se han salvado muchas vidas de jóvenes heroinómanos y ha sido la mejor y más efectiva tarea preventiva no oficial que se ha podido hacer para evitar los frecuentes contagios y transmisión de enfermedades como el VIH/SIDA y otros accidentes propios de la vía inyectada. Hay que hacer especial mención también a la generalización de los programas de tratamiento con Metadona (PTM), que han sido una herramienta muy eficaz para la prevención y control del VIH/SIDA en este colectivo. Fue una pena que llegara tan tarde a Andalucía, a Jerez no llegó hasta 1993, y de una manera tan restrictiva al principio que sólo se dispensaba a perfiles muy determinados de adictos a opiáceos. Ahora, retrospectivamente y para el tema que nos ocupa, hubiera sido fundamental que se hubieran implantado estos programas mucho antes y se hubieran evitado probablemente muchos problemas y sufrimiento relacionados con esta grave enfermedad.
Contestándote al tema de la evolución de los tratamientos antirretrovirales (TAR), y para no alargarme excesivamente, decirte que ha cambiado mucho en los últimos 20 años, como hemos comentado anteriormente. Ha cambiado en cuanto al número de medicamentos disponibles, las combinaciones de fármacos realizables, los objetivos terapéuticos y el confort y la calidad de vida que generan en los pacientes. Antes no había mucho donde elegir, sólo el AZT. Desde el inicio de la terapia antirretroviral hace 20 años, se han ido utilizando poco a poco muchos fármacos siempre con el objetivo de mantener la carga viral indetectable, controlar las defensas del paciente y evitar nuevos contagios y la transmisión del VIH. En la actualidad, el inicio de la TAR (basada en la combinación de varios medicamentos) debe valorarse siempre en función de las características individuales del paciente.
Hubiera sido fundamental que se hubieran implantado estos programas mucho antes y se hubieran evitado probablemente muchos problemas y sufrimiento relacionados con esta grave enfermedad
Además, se debe motivar y preparar a éste, ofertándole las distintas opciones, adaptando el plan terapéutico al estilo de vida, atendiendo a las comorbilidades, y valorando también la posible adherencia y el riesgo de abandono del tratamiento. Lógicamente y en relación a los pacientes que veo, si el adicto con VIH/SIDA evoluciona favorablemente de su adicción y tiene buena adherencia con nosotros, es muy probable que presente una buena retención y evolución favorable hacia los TAR, de ahí la gran importancia de realizar tratamientos conjuntos o paralelos en ambos servicios.
El momento del diagnóstico del SIDA debe suponer un momento muy difícil para una persona. ¿Qué áreas de la vida se ven afectadas desde ese momento?
Pienso que como en cualquier enfermedad crónica y que tiene probabilidades de ser mortal en un futuro (mucho más hace algunos años), el momento del diagnóstico del VIH/SIDA supone una etapa muy complicada por el impacto emocional que provoca en la persona. Además de los efectos psicológicos que produce esta enfermedad debido a su cronicidad y por la afectación en la calidad de vida del individuo, existen también efectos negativos añadidos por la estigmatización social y el rechazo que aún, desgraciadamente, sigue existiendo en nuestra sociedad. Repito que se ha avanzado mucho y lo que ocurre hoy nada tiene que ver con lo que ocurría en España hace 15 o 20 años, cuando el diagnóstico de SIDA era igual a muerte y suponía un impacto emocional tremendo para la persona.
Se ha avanzado mucho y lo que ocurre hoy nada tiene que ver con lo que ocurría en España hace 15 o 20 años, cuando el diagnóstico de SIDA era igual a muerte
Hoy en día, se ha progresado mucho en la investigación y el VIH/SIDA se ha convertido en otra enfermedad crónica, gracias a las terapias antirretrovirales ya existentes y, por supuesto, también al apoyo psicológico de los profesionales de la salud, siempre necesario para que el paciente mantenga un estado anímico estable y un estilo de vida saludable. Debido a todo lo comentado, pienso que con esta enfermedad se ve afectada la vida misma de la persona en todas las áreas, dependiendo de cada caso, en mayor o menor medida. Las etapas iniciales son fundamentales para la adaptación paulatina y el control de las características y de los distintos aspectos de la enfermedad. Obviamente, hay que tener en cuenta, que no es lo mismo tener el VIH, como sabéis, que estar en determinados estadíos del SIDA.
Esta enfermedad puede afectar a nivel físico, psicológico, familiar, social, laboral, y también, lógicamente, a nivel clínico, con el manejo de la medicación, de los efectos secundarios de ésta, etc. Por todo ello, reitero que es fundamental, la labor del psicólogo sanitario y clínico en la psicoterapia del paciente con VIH/SIDA, para ayudarle a afrontar y superar todos los problemas y dificultades que pueden surgir en todas las áreas vitales afectadas.
Para finalizar la entrevista, ¿qué has aprendido, a nivel profesional y personal, de tu experiencia en las adicciones?
Te puedo decir que en estos casi 30 años de trabajo en este campo, sobre todo he aprendido mucho de la vida y, fundamentalmente, he aprendido con las experiencias y problemáticas de los pacientes y de sus familiares. Todas estas experiencias te van enriqueciendo y te hacen madurar, te ayudan a darte cuenta de las dificultades por las que van pasando muchas personas y lo importante que es tener y adquirir resiliencia y tolerancia a la frustración para adaptarse y superar las condiciones y acontecimientos negativos de la vida, que siempre más tarde o más temprano nos llegan. La inmensa mayoría de nuestros pacientes adictos carecen de tolerancia a la frustración y de capacidad para retrasar las recompensas y, poco a poco en el proceso terapéutico, tienen que ir adquiriéndolas para afrontar el acontecer diario sin recurrir a drogas o comportamientos adictivos.
Sobre todo he aprendido mucho de la vida y, fundamentalmente, he aprendido con las experiencias y problemáticas de los pacientes y de sus familiares
A nivel profesional, comentarte que he conocido a grandes profesionales y a muy buenas personas que han dedicado una parte importante de sus vidas a tratar y resolver dinámicas individuales y familiares complicadas. De todos ellos aprendí mucho y sigo aprendiendo cada día. He hecho grandes amigos, aunque algunos desgraciadamente ya no se encuentran con nosotros. Quiero recordar aquí a mi gran amigo y socio el Dr. Andrés Begoña fallecido hace algunos años. Fundamos juntos en 1990, CETA (Centro de Estudios y Tratamiento de las Adicciones) en Jerez. En este Centro privado tratamos a muchos pacientes, fundamentalmente heroinómanos y cocainómanos, para conseguir su desintoxicación y deshabituación, de forma ambulatoria y con resultados muy interesantes. En la actualidad, y para terminar, sigo como el primer día, aprendiendo diariamente de mis pacientes y de sus realidades e intento seguir trabajando con ellos la relación terapéutica pues es para mí la herramienta fundamental para poder inducir los cambios necesarios.